La mañana siguiente. Se acostó con una vida y se levantó con otra. Los planes cambiaron, los proyectos se esfumaron, los sueños ya no eran propios. Quedaron los problemas, los miedos, las angustias, y se fueron las esperanzas y los anhelos. Una noche, su vida era compartida y las batallas eran de a dos. A la mañana siguiente, tenía que enfrentar en soledad todo lo que ayer era trabajo de equipo. La mañana siguiente trajo tormentas, lluvias, fríos y desesperanza. No había sol, no había respuestas, no había soluciones. No podía con esa nueva vida. Todo dolía, todo era insoportable, todo molestaba y todo lo oscuro y patético se multiplicaba por mil. No veía luz, no veía ningún camino. Tenía una furia desmedida, interna, feroz, contra todo, contra todos. La vida la traicionaba y ella sólo quería lastimar. No le importaba nadie, no le importaba nada. No era capaz de quererse, ni de querer, ni de confiar, ni de esperar nada más que dese
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