LA ESQUIVA FELICIDAD...
Una taza de té y un buen libro, son parte de la felicidad. Son un modo de experimentar los diferentes placeres de la vida, sin dejar, necesariamente, que la felicidad pase por la presencia constante de otra persona a nuestro lado.
No siempre resulta fácil comprender que pueda existir un fuerte lazo entre la soledad y la felicidad.
Solemos visualizar la soledad como si fuera un desierto árido, reseco, donde la vida se extingue con dolorosa lentitud.Tal vez, porque no nos han enseñado que el desierto es un mundo en sí mismo, si sabemos cómo mirar.
Tendemos a desear intensamente la compañía de los otros.
Ser parte de un grupo que nos ampare y nos contenga, es la forma de recrear la antigua pertenencia al clan y la posibilidad de hallar consuelo y protección.
Si logramos sacudirnos el concepto cultural de que los otros" nos completan" y aceptáramos que los otros" nos acompañen", el camino a solas, se vuelve mucho más esperanzador.
La felicidad no debería ser un castillo que edificamos sobre la presencia de alguien en especial, ni sobre la posesión de determinados bienes materiales, ni sobre el logro de determinadas metas profesionales o laborales.
Deberíamos ser capaces de construir una vivencia de felicidad que esté sujeta a nosotros como la raíz a la tierra.
Deberíamos trabajar en nuestros recuerdos, en la construcción de un presente más satisfactorio, dónde seamos capaces de mirar nuestros deseos y necesidades , identificarlos y hacerles un sitio en nuestra mesa, del mismo modo en que hacemos lugar para la mirada de los otros.
Dedicamos tiempo y esfuerzo en ser aceptados, amados, admirados y hasta envidiados.Podemos poner esa energía en volvernos más amigables y respetuosos con nuestras emociones, nuestros cuerpos, nuestro espacio , el mundo que habitamos y los lugares en que transcurre nuestra vida cotidiana.
La felicidad, no es un concepto abstracto. La felicidad se construye con decisiones diarias.
Tomemos esas decisiones, y dejemos de poner excusas.
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