TODO LO QUE DAÑA...

Vivimos inmersos en un discurso de lucha por el bienestar, de mensajes de "soltar", de evitar "gente tóxica, personas tóxicas, trabajos tóxicos", de sumergirnos en la paz del aislamiento mirando solamente lo que nos produce placer o nos gratifica.
Las personas, hoy en día, tienden a tomar todo el mensaje en forma literal. Y el resultado es una terrible frustración.
No siempre podemos abandonar a todos, dejar los trabajos, cambiarnos de oficina, o de sector, cambiar el jefe que tenemos, cambiar la familia que tenemos, en el seno de la cual crecimos, cambiar de país, de sociedad, de ciudad.
No siempre podemos sacar de nuestra vida todo y a todos los que consideramos que nos molesta, o coarta nuestro crecimiento personal o nos satura.
Usualmente, la señal de que no hemos podido resolver saludablemente nuestra relación con lo que nos causa daño, son esas explosiones de "limpieza compulsiva", donde todo nos sirve para tener un pretexto de escaparnos a El país de las Maravillas, sin Alicia, sin conejos y sin magia. Solo evadir y escapar,sin resolver.
Hemos elegido vínculos complejos, nos hemos quedado, por comodidad, por desidia, por negligencia, sumergidos y sosteniendo situaciones que no nos esforzamos en frenar, no aprendemos a construir sanamente los límites que definen nuestro ser, nuestra vida, nuestro mundo del de el Otro.Y, un día, explotamos y echamos gente, renunciamos al trabajo, declaramos independencias ficticias y creemos que nuestra vida será más libre y mejor.
Romper lazos con una tijera afilada es más rápido que desarmarlos, pero no se aprende nada en ese gesto, no se crece, no se maura, no se cambia.Solamente se anda por la vida armado de una filosa tijera y mucha ira.
La ira, bien dirigida, puede ser un motor. Pero solo sucede cuando uno aprende a manejarla e identifica bien qué lo enoja y porqué. La mayoría de las veces, la ira que descargamos en otros es un reflejo de lo que nos enoja de nosotros mismos y que somos incapaces de reconocer o modificar.
La realidad puede ser hostil, sin dudas. Las personas pueden ser molestas, o nocivas, o complicar nuestras vidas, eso es cierto.Los ambientes de trabajo pueden ser destructivos y talar nuestra iniciativa o nuestra creatividad, eso no se discute.Pero la primera reacción defensiva suele ser la queja y la victimización .Es casi un reflejo. El problema es quedarnos cristalizados en el reflejo defensivo, alimentarlo y terminar girando alrededor de él.
La alternativa a los cortes abruptos no es la tolerancia infinita.No.Pero sí es necesario iniciar un trabajo de fondo para lograr respirar mejor y, en vez de expulsar, aprender como retirarnos gentilmente de las relaciones conflictivas, o como ubicar un ámbito laboral en el lugar que debe tener.El secreto radica en el equilibrio. Si no hemos construido espacios para nuestra creatividad, nuestra gratificación, o no hemos fomentado vínculos saludables, entonces el contrapeso de todo lo que nos daña, puede más.
El trabajo se queda en el lugar de trabajo. No traerlo a casa es nuestra decisión.
Darle un tiempo a lo que nos hace felices, un tiempo no negociable, es nuestra decisión.
Decir "No". "Ahora no".No puedo." Es nuestra decisión.
Decir "Esto es lo que puedo darte" es nuestra decisión.
Algo o alguien puede ser dañino por su ´propia naturaleza, es cierto.Pero construir una zona fuerte y sana de exclusión, es nuestra decisión.


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