LA MUJER, CUIDA.
Aún hoy, en pleno siglo XXI, contando con una variada oferta de acompañamiento y cuidados a cargo de particulares y empresas, el rol de cuidador principal de adultos mayores recae, en una amplia mayoría en la familia, y, dentro de este núcleo humano, por lejos, en las mujeres.
Las cuidadoras de la familia asumen esa función en forma casi natural, sin cuestionarlo, y sin cuestionarse, aunque no siempre sea una tarea simple. Lo asumen independientemente de sus propias tareas, su familia cercana o su trabajo.Porque lo cierto, es que hoy en día, las mujeres cumplen su jornada laboral y , paralelamente, el cuidado y atención del adulto mayor.
La hija, sobrina, nieta, nuera. hermana, es quien supervisa médicos, medicación, vestimenta, alimentación,acompañamiento, etc .sin que el resto de la familia se detenga mucho a pensar en ello o a relevarla ocasionalmente en su tarea.
El cuidado de una adulto mayor es una función agotadora por momentos, y, muchas veces frustrante, para la cual no hay manuales, instrucciones, ni reglas uniformes. Cada situación es diferente, porque cada vínculo es único y de cómo ha sido esa relación depende mucho cómo se ejerce el cuidado. Éste puede ser placentero y pleno de afecto, o puede ser vivido como una obligación o deber moral. Es difícil no juzgar ya que todos somos propensos a pensar las situaciones sin ponernos en los zapatos el otro.Por esa dificultad de empatizar, es frecuente también no detenernos a pensar si aquel que cuida no estará necesitando, a la vez, de cuidados.
La función debería ser compartida, en todas las formas en que nos sea posible ( con tiempo, con dinero, relevando del cuidado para que la persona tenga tiempo para sí misma, etc)
Dediquemos un poco de nuestro tiempo y nuestro pensamiento a generar formas de contribuir en el cuidado de nuestros mayores, teniendo presente a aquella mujer del núcleo familiar que asume esa sacrificada tarea.Siempre es posible contribuir.Seamos creativos.
Las cuidadoras de la familia asumen esa función en forma casi natural, sin cuestionarlo, y sin cuestionarse, aunque no siempre sea una tarea simple. Lo asumen independientemente de sus propias tareas, su familia cercana o su trabajo.Porque lo cierto, es que hoy en día, las mujeres cumplen su jornada laboral y , paralelamente, el cuidado y atención del adulto mayor.
La hija, sobrina, nieta, nuera. hermana, es quien supervisa médicos, medicación, vestimenta, alimentación,acompañamiento, etc .sin que el resto de la familia se detenga mucho a pensar en ello o a relevarla ocasionalmente en su tarea.
El cuidado de una adulto mayor es una función agotadora por momentos, y, muchas veces frustrante, para la cual no hay manuales, instrucciones, ni reglas uniformes. Cada situación es diferente, porque cada vínculo es único y de cómo ha sido esa relación depende mucho cómo se ejerce el cuidado. Éste puede ser placentero y pleno de afecto, o puede ser vivido como una obligación o deber moral. Es difícil no juzgar ya que todos somos propensos a pensar las situaciones sin ponernos en los zapatos el otro.Por esa dificultad de empatizar, es frecuente también no detenernos a pensar si aquel que cuida no estará necesitando, a la vez, de cuidados.
La función debería ser compartida, en todas las formas en que nos sea posible ( con tiempo, con dinero, relevando del cuidado para que la persona tenga tiempo para sí misma, etc)
Dediquemos un poco de nuestro tiempo y nuestro pensamiento a generar formas de contribuir en el cuidado de nuestros mayores, teniendo presente a aquella mujer del núcleo familiar que asume esa sacrificada tarea.Siempre es posible contribuir.Seamos creativos.
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