UN DÍA DIFERENTE.-

                                                          

Suena la alarma del despertador.” Cinco minutos más”. La gran mentira. Terminan siendo más, muchos más. Luego, la rutina de siempre: corridas, ducha rápida, un café bebido de pie, en medio de la cocina, preparado de viandas para el colegio, chequeo de maletín y cartera. Vida de familia. Mañanas de familia. Turnos para llevar niños al colegio. Un viaje corto en auto, un beso cariñoso, ”que te vaya muy bien, a trabajar y hacer caso a la maestra. Te quiero”.
Por delante, 12 horas de jornada. Nos reencontramos en la noche.
El día se nos va deslizando entre las manos, escurriéndose entre las agujas de un reloj que ya no es reloj, ni tiene agujas: es un número marcado en el celular. Pedimos tiempo. El tiempo es oro. El tiempo es el añorado tesoro de la sociedad post moderna. Nunca hay suficiente, nunca alcanza .Cuando lo tenemos, no sabemos qué hacer con él. Lo perdemos, lo malgastamos. Lo ocupamos con miedos, preocupaciones, rencor, resentimientos. ¡Si tan sólo lográramos apoderarnos del tiempo!...Pero es como si no nos perteneciera.
Nuestro tiempo, es de los demás. Esos “demás” para los que, en realidad, no contamos, no existimos.
Rogamos por cambios.
Rogamos poder vivir una vida diferente.
Fantaseamos con un día diferente, sólo un día. ¡Qué maravilla! La imaginación vuela: ir al cine, no ir al trabajo, dar un paseo, quedarse en casa, comprarnos algo que deseemos, mimarnos.
Pero no se concreta. Y, si se concreta, nos deja insatisfechos... No alcanza. Hay algo que no se llena.
¿Y, si el “día diferente” no se construyera con grandes cambios?
¿Y, si hiciéramos la llamada que estamos postergando?
¿Y, si dijéramos lo que nos callamos?
¿Y, si regaláramos la caricia que nos guardamos, o, soltáramos la carcajada que contenemos?
¿Y, si dejáramos de buscar que nos aprueben?
¿Por qué no leer dos páginas del libro que abandonamos?
¿Por qué no intentar una nueva receta de comida?
¿Por qué no deshacernos de un mueble, un vestido, una foto?
¿Por qué no buscar una técnica nueva, que vuelva el trabajo menos agobiante, en lugar de quejarnos porque nos agobia?
Buscamos que el “día diferente”, sea diferente cambiando algo de afuera. No nos damos cuenta que la diferencia es un pequeño toque, un detalle, un matiz. Que la diferencia, está contenida en nosotros.
La diferencia, es esa decisión que tomamos, es evitar repetir todo aquello que nos agota. La diferencia es buscar un camino nuevo para llegar a casa, o probar un sabor distinto, o hacer una parada en el día para mirar por la ventana, o detenernos en la acera y alzar la vista y ver los edificios hasta que encontremos el cielo, no solamente mirar a nivel de nuestra estatura.
La diferencia puede ser tan grande, o tan pequeña como queramos.


Comentarios

Entradas más populares de este blog

PLOMO EN LOS ZAPATOS.